Autores: Luis Zanazzo, Jorge Cardoso
Misiones, antigua y extraña región, alumbró las más diversas creaciones. Su poderosa calamita atrajo a curiosas personalidades de las artes y las ciencias. Una cultura autóctona, la de los guaraníes, sedujo a los jesuitas españoles. Se instalaron aquí adaptándose y adoptando la vida local en todas la manifestaciones y con todas sus consecuencias, sin lo cual sus proyectos hubieran sido impracticables. Junto a la fe cristiana trajeron la lengua y los conocimientos occidentales, cuyos frutos dejaron una marca indeleble en las tradiciones regionales. La escritura y la imprenta, la música y sus instrumentos, la ciencia y los artefactos para indagar la naturaleza.
Cuando llegaron sabios como Amadeo Bonpland (Bon-Plant)1 y Martin de Moussy2.
Misiones era más grande de lo que es hoy. Más tarde, pintores, poetas, escritores, artesanos y músicos, claudicaron ante el hechizo del rojo y del verde y produjeron lo mejor de sí en esta tierra.
A todas estas cosas Areco no podía ser insensible. Por esos las testimonió como nadie a través de su música, sus pinturas, tallas y esculturas, con sus poemas y escritos y, por si fuera poco, con su fecunda labor cultural desarrollada como hombre público. Este sabio renacentista, intelectual y trabajador, fue sin duda el artista más completo de nuestra tierra.
Páginas: 112
ISBN:
Colección: Fusas confusas